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El_Druso

Y es que las cosas han cambiado un poco...

Y la música me canta al oido, trémulas las teclas de su piano... Y me tengo que levantar en media hora, pero en vez de dormir tecleo algo, lo que sea, un devaneo de prosa o lo que sea que se llame esto.

Es como desvanecerse un poco, tirandose en este blog, este espacio familiar.

Es raro sentir familiar un servidor malo al otro lado de un oceano y una pagina sin mas visitas que los góticos de culto que me siguen posteando basura en esa parodia a los góticos que hice hace años... Ya van casi 30 comentarios, todos los meses llega uno nuevo.

Pero me puse a escuchar a Fito y me puse a errar.

Valvula de escape, antidoto, y Fito dice tambien "No es que no te crea es que las cosas han cambiado un poco, es mi corazon el que decide entre el mar y la arena"... Algo asi como cansarse de todo.

Y luego viene lo de estar tarde, de las horas que pasan, y pienso en todas esas veces que desee tener marihuana a mano para quedarme tocando las fragiles hebras de silencio que se escurrian por el ventanal del living que daba al horizonte, donde el metro pasaba bien lejos por sobre las casas, y yo no escuchaba nunca el ruido, y nunca me aburria de mirarlo.

No se me olvida eso, pero eso nunca lo hice tanto como me habria gustado...

Recuerdo una vez que un guardia amigo tenia prensada en miel de palma, era realmente un viaje asegurado, la azucar con el canabinol eran extrañas.

Pensando en eso prendi un cigarrillo, pero luego terminé fumandome la cajetilla entera, tomandome un litro de malta sentado en el marco de la ventana de ese departamento en el tercer piso en el que vivia hacia años... Me apoyaba en una pequeña jardinera y me mareaba ligeramente, con un par de litros de malta bien helada, con una camisa y un pantalon de tela, como un terno mal puesto, observando el horizonte, la brisa golpeandome la cara, pensando en escribir algo que a veces escribia, pero que luego me parecia un bodrio y borraba, o que escribia y guardaba pero luego era un bodrio, y a veces las ideas buenas se disolvian en lo abstracto del atardecer que se ponia verdoso con el aire negro de Santiago.

Esa vez en especial, iba por la segunda botella de malta y cuando estaba por bajar a pedirle un poco a mi amigo guardia, me acordé que mi mejor amigo tenia que graduarse, me puse un terno, me fume otro cigarro, y parti corriendo a ese lado, donde el llegó horas mas tarde, casi al terminar su graduacion, muerto de la risa, oliendo a alcohol, con su novia de la mano, y yo con un par de amigos atrás saludandolo como si fuera Hitler.

Y por supuesto, el respondiendo.

Le regalé las llaves de mi departamento por la noche, y una botella de champaña, luego de lo cual me fui de farra con un amigo que era evangelico descarriado, y se emborrachaba a parejas conmigo mientras hablaba del apocalipsis.

Es curioso, pero lo que mas recuerdo de toda esa jornada es que ya bien de mañana, y mientras se me cerraban los ojos, escuchaba de fondo una canción de toto, y no se me salia de la cabeza que en la pieza habia una copa rota...

En ese tiempo no me dolia que se rompieran las copas, era algo habitual en las fiestas que solia hacer en el departamento... Ya para entonces no me llamaba la atención, y respecto a esa copa ni siquiera me molestaba en imaginarme nada respecto a como se rompieron.

Pero aun asi, me las quedé mirando mucho rato, deseando tener una camara que pudiera captar exactamente el angulo desde donde yo las veia en la puerta de la pieza... Como trizada desde el cuello, partiendose en varios pedazos, desperdigados, reflejando la luz, como dando rizos al olor a humo, a la brisa matutina que se colaba con esa luz solar fria que se cuela a las 9 y treinta de la mañana... El momento era casi perverso, como si toda la casa fuera consumida por las olas que las esquirlas de la copa pegajosa de champaña habian hecho a un costado del colchón.

Cuando desperté en la tarde me quedé mirando la copa, y la verdad es que no la barrí por semanas, aun cuando luego limpie todo lo demas, pero la copa era tan autentica, tan hostil, tan llena de reflejos, era como si un caleidoscopio se hubiera hecho trizas sin dejar de reflejar figuras pegajosas, ajenas, como si nunca hubiera perdido la majestuosidad del champaña a la luz de los faroles nocturnos, aun cuando ya no fuera mas que el cadaver de una copa, sin mas champagna adentro que los residuos de sus orillas, y el aroma de las manchas formando una telaraña invisible en la alfombra llena de cenizas de cigarro.

Nunca hasta ahora se me habia ocurrido escribir al respecto, pese a que me llamó la atención nunca se me ocurrió escribir sobre esa copa, y en realidad se me habia olvidado por completo... Supongo que en esa época aun pensaba que escribir era lirismo, y la copa no era algo a que cantarle, solo era una copa, arremolinada, puntiaguda, sabiendose amenazadora de los tendones de los pies de cualquiera que se atreviera a pisarla, como un escuadrón de agujas y champaña barato... Una imagen erratica de un remolino, tan vacia como llena de sintesis inconciente, de toda la hermosura a la que se aspira cuando uno bebe litros de malta en ayunas, y se mete cajas enteras de cigarros, en esa única autodestrucción de veinte años que acaba templandote entero, quitandote un par de años laborales y dando vueltas, dando vueltas, metiendo capas de historia entre el higado ensangrentado y el alma dando coletazos... Eso de sentirse bien vivo, invocando el placer y la muerte, banalizando lo puro, idolatrando el amor sin rostro y bebiendo al olvido de malas mujeres, ignorando todas las responsabilidades, escuchando musica todo el dia, abriendo los brazos en el balcón, y mientras te golpea el viento helado de la madrugada, cierras los ojos y piensas que el mundo entero se empieza a hundir a tus pies, y asi flotando con el torso entumido ese instante es el mejor lugar para escupir colillas hacia el jardin un par de pisos abajo, en el amplio verde de ese condominio donde la gente madrugadora embutida en sus ternos con aroma a pan tostado se va caminando a sus trabajos, y uno escupe cenizas de cara al horizonte, mirando el verde jardin y sus duendes grises, prendiendo un ultimo cigarro, nauseabundo, errático, con la garganta ardiendo, pensando en el parque del recuerdo...

2 comentarios

David Castillo Jaramillo -

Re-lee tu cuento oyendo Cementerio Club de spinetta, se vuelve de verdad mágico.

pequeña tuxi -

lo leí